Por Shi Fu Dr. Triana
La vida por naturaleza nos muestra un sin número de posibilidades para conquistar los más finos y caros anhelos, sin embargo generalmente, y después, de tropezar un par de veces o quizá muchas, caemos en la cuenta que la travesía de la vida, siempre nos trae y traerá venturas y desventuras, de repente después de muchas experiencias, de pronto ya adultos y acompañados de la vejez y la enfermedad caemos en la cuenta que solo, esta misma y la muerte o cualquier otra oportunidad de dolor son los mecanismos más relevantes que nos enseñan a despertar ante la anestesia que nos ponemos todos los días y así despertarnos de los analgésicos para entender el propósito de la existencia.
Es así como poco a poco, después de experiencias de dolor y de satisfacción de sensación de que la vida es injusta, o bonita, de estrés, de correr por la vida para lograr eso que queremos para los nuestros y los demás o quizá para sí mismo, después de preguntarse porque estoy enfermo, de cómo salgo de esta, de sentirnos impotentes e incapaces, o de preguntarse porque me estoy muriendo, porque me pasa esto a mí, porque fracase de sentir añoranza, angustia, miedo, de ir y venir, de subir y bajar, de ser exitoso y de fracasar, de perderlo todo y volver a empezar, entonces caemos en la cuenta que no nos queda otra, que convertirnos en obreros de la existencia, en obreros del día a día, de vivir el hoy, de que el pasado es todo aquello que hemos tenido pero que no lo hemos podido olvidar y el futuro es todo aquello que deseamos y no hemos podido conseguir, son dos estados de la mente a la cual gustan y disgustan, de repente empezamos a preguntarnos y a hacer conciencia de que estar en alguno de ellos, es empezar a ir al presente y entonces empezar a entender nuestra verdadera naturaleza de ser, ser humano.
Convertirnos o llegar a ser obreros de la existencia puede ser una de las más valiosas experiencias para la conquista de la misma. Quizá la vida no nos pide tanto, simplemente cumplir con la tarea del día a día, cumplir con la tarea de encontrar los designios del espíritu a través del servicio. Entendiendo que el ser humano que no nace para servir no sirve para vivir. De entender que el ser humano no nació para ser grande o pequeño, alto o bajo, feo o bonito, rico o pobre, sino para erguirse por los designios de cielo y de la tierra, teniendo como base que la Grandeza del hombre se mide por el pensamiento positivo que guie sus actos o como dijo el gran Cantinflas “su primera responsabilidad es ser feliz y la segunda es ayudar a hacer feliz a los demás”.
Sin embargo muchas son las excusas, y los tipos de anestesia que usamos para tales efectos y que con seguridad funcionan para no enfrentarnos con la valentía y osadía requerida, pareciera que necesitamos de estos analgésicos psicológicos día a día, para no dejar ver la realidad, y entonces destruirnos convirtiéndonos en paralíticos del alma y enanos del espíritu.
Pareciera que el alcanzar los mayores estados de gloria del espíritu y de realización fuese una utopía o falacia que el ser humano se creó para de esta manera no desarrollar las más grandes virtudes y poder vivir acorde a ellas. Sin embargo a veces el dolor, el sufrimiento y la enfermedad nos forjan para la conquista de encontrar nuestro mago interior.
Por ejemplo, saber, entender que fumar daña y mata, es una de las anestesias más comunes con las cuales uno se encuentra, muchos de los seres humanos no han despertado a ello, así como esta; existen muchos tipos de anestesia, existe por ejemplo la codicia, sexo fácil, la obesidad, el tabaco, el miedo, la depresión, el licor, el consumo de carnes entre muchas más.
Es así como la experiencia iniciática de alguna manera puede ser catalizada por estos tipos de anestesia que llevamos dentro, puede ser la muerte de un hijo, de un ser querido, la perdida de ese ser que amamos, puede ser que un anochecer creamos haber encontrado ese ser, esa alma con la cual estamos dispuestos a luchar, a batallar a conquistar las ocho etapas del amor y las siete pruebas de la vida, y experimentar a través de esta bella experiencia, la sensación de amor humano y luego ya no tenerlo para volverte a encontrare sin ello y entonces enamorarte de otra cosa.
Tal vez cuando vamos por la travesía del alma, sea la impotencia una magnífica oportunidad para despertar a los tipos de anestesia que vamos adquiriendo, quizá sea el descubrimiento de que todo aquello con lo que contábamos, por lo que trabajamos durante largas horas, trasnochando, muchas veces soportando cosas en contra de la voluntad y ver como de pronto se ha desboronado, puede ser también un encuentro con la injusticia la mayor oportunidad, la mejor de todas; “dijo el Maestro Hito todos los seres humanos somos buenos, el problema es que no hemos aprendido hacer las cosas bien”.
Puede que uno haya sido disciplinado, trabajador y amante de la buena vida, y la única recompensa sea un golpe donde más nos duele. Puede que seas ese hombre o mujer buena gente que le pasan cosas malas, preguntándose porqué si yo hago todo bien entonces por qué me pasan cosas malas. También existe el hombre y las cosas buenas que les pasan a las personas malas. Lo cierto es que el ser humano, comienza a saber quién es, a darse cuenta que tan virtuoso o miserable es, cuando se enfrenta a una situación de crisis, solo allí podemos expresar nuestra verdadera naturaleza. Solo allí podemos empezar a darnos cuenta quien realmente somos, de que estamos hechos. Tal vez nos encontremos enfermos con un cáncer, un sida, podemos ver y sentir que estamos del otro lado, que tal vez ya no hay esperanza, que estamos atrapados en ese destino, lo que nos lleva a darnos cuenta que no somos simplemente victimas inocentes sino que la muerte, el mal y la crueldad están alojados en nuestro yo, están alojados en nuestro maestro del corazón.
Mas con frecuencia la solución a este dilema no es escapar al reconocimiento de eso mismo, de las emociones que estas crisis nos pueden generar, de los pensamientos, de lo que podamos proyectar con nuestro pensamiento y actos ante el universo justo en el momento en que encontremos a nuestra pareja con su amante en nuestra propia cama, o que el jefe nos diga no hay más trabajo y que nuestra libertad financiera o estabilidad emocional dependa de esa persona, de ese dinero para alimentar a la familia. Se hace necesario enfrentar con osadía y gallardía a nuestros peores temores ya que solo conquistándolos adquirimos libertad, sentando las bases para la trasformación interior y desarrollar la mayor virtud, la compasión en nosotros mismos y en los demás.
También puede que sea lo contrario, que hayamos logrado varias de las ocho cosas sagradas de la vida como es tener un hijo, o tener y ser bendecido por un maestro. Después de muchas experiencias como esta, esto hace que hurguemos en el fuego del corazón y nos lancemos a la conquista de nuevos horizontes con otra verdad en la vida y hacer conciencia de nuestra realidad.
Puede que hayamos logrado la conquista de una gran compañía, que logremos mover la materia a beneficio propio o de los demás, o que hayamos logrado la habilidad de pensar en algo y que entonces suceda, puede que después de lograr esto fracasemos y entonces después de que nos duela y sintamos la injustica, el dolor y la impotencia, nos demos cuenta, que eso, solo sirve para aprender a ser mejor ser humano.
En fin son muchas las experiencias en las que el espíritu y el alma se envuelve para ver que aprendemos, y solo cuando aprendamos a ir más allá del dolor emocional y físico, cuando entendamos que la muerte, la enfermedad o la pérdida de un ser querido, es solo un paso más hacia convertir el cielo en el presente, solo así empezaremos a adentrarnos y empezar a entender lo que dijo el gran sabio Lao Tse “Tres hombres de cada diez caminan hacia la vida. Tres hombres de cada diez caminan hacia la muerte. Tres hombres de cada diez mueren en el ansia de vivir. ¿Cómo puede sobrevivir el décimo hombre? He oído decir que quien sabe cuidarse viaja sin temor al rinoceronte ni al tigre, y va desarmado al combate. El rinoceronte no encuentra donde hincar el cuerno, ni el tigre donde clavar su garra, ni el arma donde hundir su filo ¿Por qué? Porque se está más allá de la muerte”.
Solo así podremos ir por la vida convirtiéndonos en obreros de lo que muchos han llamado el trabajo de vivir la vida y aprender a darle el verdadero y justo valor a las cosas, a las emociones, a los sentimientos, a los pensamientos y a la misma existencia. O como dice la Dra. Carol S. Pearson “solo cuando estamos dispuestos a hacer frente a nuestro dolor, es que estamos dispuestos verdaderamente a experimentar la alegría. Solo cuando aceptamos nuestra ignorancia adquirir conocimientos. Solo cuando sentimos nuestra soledad podemos sentir también amor. Por fin solo cuando estamos dispuestos a experimentar nuestra falta de autenticidad estamos en condiciones de abrir nuestra alma”
Parte de nuestra responsabilidad como seres humanos es enfrentarnos con valentía a las vicisitudes de la existencia a aquello que al intelecto no le gusta, al momento en que sabemos que estamos acompañados pero nos sentimos solos, justo cuando llega el momento en que sabemos que debemos sentarnos a meditar o practicar a aquello que nos va a volver más virtuosos, pero la mente nos traiciona con otra cosa para acabar con nuestra voluntad y ver cómo se esfuma ese momento de la existencia con algo que realmente no vale la pena y sobre todo la oportunidad de cada día ser mejor ser humano, para dejar de ser y sentirse miserable, lograr derrotar el constante interrogatorio entre la mente consiente y subconsciente, hablamos con nosotros mismos a través de ese constante diálogo interno más de quince horas al día, pero seguimos sin encontrar respuestas a lo perecedero, y entender que esto mismo, lo perecedero y la incertidumbre, la impermanencia es lo que nos hace reconocer lo preciosa que es la vida.
Es así como poco a poco nos vamos convirtiendo en obreros de la existencia, aprendemos a dejar de remilgar, dejamos de quejarnos y pasar de supuestos millonarios en obreros del corazón, tal vez la conciencia clara de lo que es la muerte puede ser la herramienta para liberarnos de las obsesiones con nuestras metas, la fama y la fortuna ya que nos lleva a pensar que debemos aprender a vivir con los verdaderos designios del espíritu, convirtiéndonos en discípulos del corazón y maestros del destino.
Se necesita entonces pasar por esta serie de experiencias para uno volverse humilde, benévolo, misericordioso, compasivo y dejar de destruirse así mismo?. Tal vez llenarse de herramientas que defiendan el Alma, de conocer las artimañas de la mente y del intelecto, hacer conciencia de los desajustes de la conducta sea una de las mayores herramientas en esta ardua pero bella conquista. Hurgar en los mecanismos de defensa que creamos para no aceptar la realidad como los son: La Racionalización, hipercompensacion, regresión, represión, negación, proyección el sentimentalismo entre otros, se requiere aprender a pagar el precio, de morir en vivo, de volver a nacer a nuestras creencias, a los conceptos ideas, de hacer una redefinición de conceptos, dijo el maestro Jesús a Nicodemo “Si en verdad quieres alcanzar el reino de los cielos te digo, que debes volver a nacer” de vivir con la más grande gloria del Espíritu y sobre todo convertirse en un obrero de la existencia.
Intentado ser zapatero, medico, ingeniero, militar, sacerdote, filósofo, corante, estudiante o artista, etc. Cualquiera de estas oportunidades nos sirven para Ingresar o adentrarnos en los misterios de la vida y al propósito de la existencia, y caer en la cuenta que este camino casi siempre requiere un encuentro con el temor, el miedo, la soledad, la injusticia, la angustia, el llanto, el reconocer que lo que uno creía que era, no es y sobre todo la admisión de que la realidad ultima del universo no es bonita, ni ordenada, ni está controlada por la voluntad del ser humano.
Ninguna respuesta o conclusión a la que pueda llegar la mente consiente es más cierta o forma mas parte que la otra, ya que los extremos solo nos dan la oportunidad de sentir reverencia al ayudarnos a ver alguna verdad profunda de nuestra realidad. Quizá y solo quizá reconociendo y logrando que el verdadero equilibrio espiritual en toda su plenitud es aprender a estar en calma en medio de la crisis sin importar cuál sea. Tal vez así podamos aprender a darle el verdadero y justo valor a la vida a los actos, a los sentimientos y pensamientos. Tal vez así estaremos a la altura y a la entrada de la más gran gloria del espíritu.
Caminando por la travesía de la existencia nos encontramos, para conquistar los dragones internos, para convertirnos en magos, padres, hijos, en amantes, en inocentes, en huérfanos en guerreros, en bienhechores, en sabios en capitanes y soldados del ejército celeste y de nuestro más bello monasterio, nuestro interior.
Todos buscamos esa gloria, una oportunidad para ser un gran hombre, para convertirnos en un hombre superior, la oportunidad para cumplir a cabalidad con nuestra misión y destino, con nuestro código de honor personal, con la posibilidad de hacer de los tormentos de nuestra alma el más grande derrotero para la conquista de la gloria humana.
Se necesita entonces de las virtudes superiores, como el valor, la osadía, la humildad y la perseverancia para darle grandeza a las acciones humanas y aprender desde joven, lo que nos damos cuenta y concluimos en la edad adulta o vejez, solo que generalmente ya es muy tarde, preciso es entonces aprender a saber lo que dice el libro de nuestra vida antes de haberlo leído o de haberlo vivido.
Con sentimiento de servicio